jueves, 1 de noviembre de 2012

DÍA DE MUERTOS



El día era cálido, alegre, bastante tranquilo, el cielo era tan azul que se reflejaba muy bien en aquel inmenso lago. La gente caminaba apresurada; algunos niños corrían con flores de cempasúchil en mano, por aquellas calles empedradas y empinadas tropezando en ocasiones y ayudados por los abuelos que a su vez caminaban con cautela, sin prisa algún pero dejándose contagiar de la alegría del ambiente del pueblo ante una ocasión tan especial como lo era el día de muertos.
Algunos habitantes de aquellas casas coloniales de techumbres de tejas y amplios aleros; hacían un pequeño espacio en su casa para colocar algunos altares adornados con coloridas flores y cálidas veladoras donde se encontraban algunos santos y las fotos de los familiares que extrañaban desde su trágica partida.
Pero la fiesta, la verdadera fiesta era la que se preparaba en el panteón misma que tenia al pequeño pueblo, bastante ajetreado con los preparativos, todo debería estar listo para esa noche.
Las horas pasaron y poco a poco el cielo se fue oscureciendo, la luna brillaba ayudando al alumbrado de las calles que junto con varias antorchas marcaban el camino al panteón. Una vez listo todo, los habitantes se vistieron con sus mejores prendas de algodón blancas, y sus zapatos más cómodos ya que era un largo camino.
Todos desfilaron por la avenida principal del pueblo, que daba al lago, una vez que se terminó el camino de antorchas, continuo un camino de alfombra de pétalos de flores de cempasúchil, limitada por veladoras, el camino era largo y conforme avanzaban una densa neblina iba cubriendo el camino, hasta llegar al punto en que era tan densa que los niños que caminaban dando pequeños saltos de un lado para otro, se pegaron a las faldas de las mujeres quienes les decían que no tuvieran miedo que sólo sería un momento, que pronto llegarían a un lugar cálido y muy colorido.
Y tenían razón después de mucho tiempo de caminar, la neblina poco a poco iba dispersando, y ahora no sólo se veían las veladoras a un costado del camino sino que también se escuchaban unas campana que se hacían más fuerte su repicar con cada paso que daban, así llagaron a la entrada del panteón adornada por un gran arco de flores de diversos colores y tras las puertas de este se podían apreciar muchas cosas que hacían que el largo camino valiera la pena, las flores de colores; las veladoras de todos tamaños, el papel picado, el olor del copal y el incienso eran bastante fuertes pero no tanto como el olor de los diferentes platillos ahí presentes: mole poblano, chiles en nogada, dulce de camote y calabaza, picadillo; pozole. Bien acompañados de tequila; pulque; aguamiel; mezcal; atole de masa. Para los niños calaveritas de azúcar, amaranto y chocolate; fruta. Y claro a esta celebración no podía faltar el pan de muerto el cual recordaba a vivos y muertos la convivencia de esa noche.
Una vez al año ellos tenían oportunidad de ver a sus seres queridos de nuevo, ver a sus niños crecer, a sus padres dar la cara a la vida, a sus amigos cumplir metas compartidas. Dejaban de ser vivos y muertos, para convertirse en hijos, abuelos, padres, madres, amigos, esposos, volvían a ser una familia.
Poco a poco el sueño iba ganado terreno entre los rezos, las canciones y las amenas platicas; los vencidos se acurrucaban a un costado de las coloridas lapidas y se protegían del frió con cobijas y con el calor de las veladoras.
Unos soñaban a los otros, no eran sueños de muerte, no claro que no, eran sueños de amor, alegría y gratos recuerdos que regresaban.
Cuando los primeros rayos del sol llegaron a aquel sitio, despertaron con amabilidad a los ahí presentes, quienes veían con gusto los restos de la fiesta del día anterior.
-¿Papá y mi abuelita?- preguntaba un pequeño aun soñoliento
-Está de regreso al cielo hijo,
-¿Y cómo es el cielo?
- Es un lugar cerca de un hermoso y grande lago, con calles empinadas y empedradas y casitas muy bonitas donde viven muy felices, ahí ya no hay dolor, ni odio, sólo calma y alegría....
-Y mi nieto ha crecido bastante, mi hijo ha sabido ser un buen padre
-Me alegra escuchar eso Doña, a mi me quito un peso de encima el saber que mi mujer está bien y que ha podido salir adelante, mi bebé también ha crecido mucho. Ya deseo verlo pronto
-No te apures con eso aquí el tiempo pasa muy rápido.....
"¿Que es la muerte?, no es más que la continuación de la vida que una vez llevamos en este mundo.”


Hada Luna

NOSFERATU A 100 AÑOS

 ACÁ  LES CUENTO TODOS LOS DETALLES DE ESTE CENTENARIO FILM CURIOSIDADES, RESUMEN Y MÁS YO SOY LUNA Y AHORA LAS NOTAS ESTAN EN FORMATO DE VÍ...