martes, 11 de diciembre de 2018

LA MADRIGUERA DEL CONEJO

Desperté aturdida tras el golpe,la cabeza me dolía tanto que creía que me iba a reventar. Intenté levantarme del piso pero al primer intento desistí ya que me sentí mareada. Así que opte por quedarme recostada boca arriba y respirar hondo esperando el efecto del golpe pasará. 
    Me toqué la cabeza y me palpe la sien, pude sentir que tenía una gran cantidad de sangre pegajosa mezclada con tierra y restos de hojas, tenía que limpiar la herida una vez que llegará a casa.
     "Llegar a casa", ese era un pensamiento que comenzó a mortificarme, estaba en medio de quien sabe dónde, no estaba segura que tanto me había alejado de mi propiedad y mucho menos estaba segura de cómo regresar.
     Divagando el cómo salir de la situación en la que me encontraba escuche a un cuervo que graznaba de una manera muy particular, "ven", me decía, o al menos eso escuchaba yo. Por un momento pensé que el golpe me había afectado de sobre manera, hasta que el cuervo se poso sobre mi pecho y me grazno: "ven".
    Abrí los ojos tanto de la impresión que casi se me salían de las órbitas. "Ven" volvió a graznar el cuervo. Volví a intentar ponerme de pie y lo conseguí, al tiempo que el cuervo se posaba a mi costado izquierdo y me volvió a graznar: "ven", para después posarse en una rama cercana y volver a graznar. Todo parecía indicar que quería lo siguiese. 
    Y lo seguí.
   Por un momento me sentí como Alicia siguiendo al conejo blanco, sólo esperaba no encontrarme con la reina de corazones y perder la cabeza en el viaje.
    Caminé despacio, aún continuaba algo mareada, el cuervo me esperaba uno o dos árboles adelante antes de seguir avanzando.¿Cuanto más me interné en el bosque? no lo sé, pero después de un buen rato llegué a un lugar dónde el bosque terminaba y empezaban los peñascos, poco antes de llegar al borde había un gran sauce llorón. El cuervo se poso en una rama de dónde colgaba una soga vieja, tal vez de un viejo columpio. Esta vez me graznó de manera clara: "Ve" y echo a volar en picada por el peñasco.
    Por un momento lo dude, pero al final hice lo que el cuervo me indico y observe hacia abajo a la orilla del peñasco, cuidando no caer. Lo que vi me dejo sin palabras, no sabía si del golpe seguía aturdida o simplemente estaba soñado.
    Al fondo del peñasco se podía observar un claro en medio del bosque, y en el centro de ese sitio se encontraba una gran hoguera, las llamas se extendían altas, de un rojo vibrante, vivo, violento. Al rededor de ella estaban tres figuras con amplias capas que se veían rojizas, pero que no dejaban a la vista ni un sólo tramo de piel de sus portadores. También se encontraban tres perros gigantes, de pelaje negro y abundante, de ojos rojos como el fuego y grandes colmillos amarillentos.
   Parecía una especie de rito demoníaco, mi curiosidad me impedía moverme y consciente en que me pudieran descubrir, me mantuve lo más quieta y callada que podía. 
     Lo que siguió en aquel rito me dejo aún más confundida, aquellos tres grandes cánidos comenzaron a convulsionarse y a sacar espuma blanquecina por la boca, pronto el pelo se les empezó a caer y cómo si fueran globos comenzaron a desinflarse hasta ser un cumulo de pelaje y humedad.
   Estaba anonadada, no sabía como interpretar lo que acababa de ver, lo cierto era que debía de salir de ahí antes de que notarán mi presencia, mientras me retiraba lo más sigilosamente posible pude ver cómo aquellas figuras encapuchadas se lanzaban a las llamas y desaparecían en un halo de cenizas azules y verdes.
   De pronto un ladrido me saco de mi trance, era Roco, quien me jalaba el pantalón indicándome que lo siguiera. Así de la misma manera en que seguí al cuervo, seguí a mi canino amigo de regreso a casa.
   Una vez en mi hogar me dirigí al baño a lavarme y curar mi herida en la cabeza, para después de darme una ducha con agua caliente y recostarme en mi cama. Después de un par de horas más dónde me la pase divagando sobre lo que acababa de ver, de algo me había dado cuenta era que este pueblo al parecer no me iba a ofrecer una vida tranquila. Después de un buen rato me quede dormida.

    
    


domingo, 9 de diciembre de 2018

LA MUDANZA

Desperté lentamente con ayuda de los tenues rayos de sol que entraban por la delicada tela de la cortina vieja de mi habitación, esos rayos eran tan agradables que me quede en la cama un poco más para disfrutarlos; pero sabia que esa belleza y tranquilidad no durarían ya que me esperaba un día bastante ajetreado.
    Tenia que desempacar y poner en orden mi nuevo hogar, recuerdo que me fascino en el primer momento en que vi aquella casa campestre.
    Había encontrado el lugar en uno de mis viajes, la carretera corría a través del bosque y había un pueblo internándose en una estrecha desviación, era muy pequeño en realidad no constaba de más de cincuenta casas bastante rusticas todas con diferentes fachadas, algunas con terminados en madera, otras en ladrillo rojo o en piedra gris.
La que ahora era mi hogar era más parecida a una cabaña, sus muros eran de ladrillo rojizo y su techo era de dos aguas techo de dos aguas con tejas rojas, y tenía una pequeña chimenea que sobresalía un poco por un costado del techo. La puerta principal y los ventanales eran de madera barnizada. Pero lo que en verdad me había enamorado de aquel lugar era que tenía un amplio jardín trasero, tan verde cómo el bosque que rodeaba la propiedad, de hecho, tendría que reparar el enrejado que separaba mi propiedad del bosque ya estaba rota y ahora parecían uno sólo. Lo cual pareció fascinarle a mi perro Roco, quien sino fuera porque lo confiné a la casa conmigo se hubiera internado en el bosque, sin garantía de regresar.  
   Logré desempacar gran parte de lo que había en las cajas, pero poco tiempo después me vi con otro problema ya me había dado hambre y no tenia nada, así que no me quedó otro remedio más que salir acompañada de Roco rumbo al centro de aquel pueblo, el mercado era muy pequeño, pero logré abastecerme de algunas verduras y frutas, y pude conseguir comer un rico plato de pozole rojo, que sacio mi hambre y me reconforto del frío que se sentía en aquel lugar.
A Roco la caminata le había sentado bien, era un rottweiler bastante juguetón y cariñoso, pero con mucha energía, tenía el presentimiento que el cambio de aquel pequeño departamento en el centro de la caótica ciudad a este pueblo tranquilo con muchos sitios para ir caminando le sentarían tan bien como a mi.
Y precisamente ese cambio de un mundo caótico y acelerado era lo que necesitaba. Había trabajado cerca de ocho años en una empresa de publicidad dónde el ambiente laboral rayaba en lo hostil debido a la competencia entre cada uno de los mercadologos que ahí laborábamos. Había vivido sola desde hace cinco años, hasta que en un evento de adopción me encontré con la tierna mirada de Roco siendo cachorro y llevaba siendo mi fiel compañero desde hacía dos años.
Hacía ya unos cuatro meses que tras la elaboración de una campaña dónde el estrés me sobrepaso y me dio un colapso nervioso que había decidido que mi vida debía de cambiar. Renuncie a mi muy lucrativo trabajo, puse en renta mi pequeño departamento y viajando en búsqueda de distribuidores de productos para un negocio de productos orgánicos y conservas caseras que había puesto con una vieja amiga, que tenía un restaurante en la parte hipster de la ciudad, había dado con mi nuevo hogar.
A mis 32 años, me había dado una crisis existencial, me había dedicado toda mi vida a mi trabajo y ahora no sabía que hacer con el resto de mi vida.
Regrese caminando a mi cabaña y me acomode en el sofá a ver una película, en algún momento me gano el sueño, mismo que fue interrumpido cuando escuche que Roco rascaba la puerta que daba al patio.
Roco agradezco que avises cuando quieras ir al baño, pero ¿tiene que ser a las tantas de la madrugada?
Mi perro me miro insistente y yo no tuve más remedio que abrir la puerta a lo que Roco respondió echándose a correr rumbo al bosque, esperé por un momento a que regresará pero no vi señales que volviera a casa. Maldije por lo bajo y tome un suéter, encendí la linterna del celular para dirigirme rumbo al bosque en búsqueda de mi compañero peludo.
Empece a caminar gritando el nombre de Roco, pero no logré verlo, camine por media hora, hasta que mi celular me notifico la batería baja. Ya era tarde, no conocía el bosque y tal ve mi perro tuviese mejor sentido de la orientación que yo y regresaría a la casa por la mañana.
El camino de regreso me pareció eterno, más lejos de lo que pensaba, de pronto mi celular se apago y un escalofrío recorrió mi espina dorsal, intenté respirar hondo, tenía que caminar en línea recta y así conseguiría llegar a mi cabaña. Continué con paso cauteloso, la noche era sin luna y la visibilidad empezaba a disminuir con la aparición de neblina. Volví a maldecir, no debía de haber salido en búsqueda de Roco, pero lo había echo y ahora pagaba las consecuencias. No había nadie que se fuese a percatar de mi desaparición al menos en un par de días que me vinieran a visitar mis amigos, así que tenía que hacer lo posible por llegar a casa sana y salva.
Pensando en mil y un historias de terror, continué caminando hasta que mi pie izquierdo falseo al pisar mal y caí de bruces al suelo musgoso. Mi cabeza reboto en el piso, escuche cómo algo crujía y vi un par de botas militares frente a mi. Mi vista comenzó a nublarse y todo se volvió negro. 

NOSFERATU A 100 AÑOS

 ACÁ  LES CUENTO TODOS LOS DETALLES DE ESTE CENTENARIO FILM CURIOSIDADES, RESUMEN Y MÁS YO SOY LUNA Y AHORA LAS NOTAS ESTAN EN FORMATO DE VÍ...