UNO DE ESOS DÍAS

Hoy al parecer será uno de esos días...
   Empecé la mañana con una maldición, al darme cuenta de que me había quedado dormida en el escritorio. Estaba tan cansada que no había escuchado la alarma. Si corría, alcanzaba a llegar a la clase cuyo trabajo me había mantenido despierta toda la noche.

    Después de ir de un lado a otro intentando desayunar, mientras me arreglaba e imprimía mi trabajo; tomé mi mochila y salí corriendo para alcanzar el autobús. Todo indicaba que llegaría con tiempo suficiente para estar en el salón antes de que llegará el profesor, pero al parecer no había empacado mi buena suerte, el autobús de pronto freno de golpe, quedando a pocos metros de la colisión de tres autos, justo a un semáforo del colegio.

   Llegué corriendo a mi salón de clases y para desgracia mía el profesor ya no me dejo entrar, así que no me quedo más remedio que resignarme. Me dispuse a vagar por los pasillos de la escuela rumbo a mi refugio favorito, la biblioteca, ya estaba por llegar cuando algo bueno surgió en mi día. Lo vi a él  si a ese chico que por razones que no lograba entender, o más bien aceptar del todo, que me gustaba, pero...
  Pero era de mis mejores amigos, me hacia sonreír, me gustaba platicar con él de casi cualquier tema y su mirada dulce me inspiraba confianza y seguridad; simplemente me encantaba. Pero tenia que ocultarlo y disimular lo mejor que pudiera, debido a que... bueno, no era como los demás chicos, ¡vaya que era complicado!, no sabia si podía agradarle más que como amiga, así que no me quería arriesgar. 
   Así que ahí estaba yo; caminando por el pasillo hacía él que me veía con una amplia sonrisa, que me hizo sentir mariposas en el estomago y ponerme nerviosa,- esto no estaba bien, para nada, respire hondo e hice un esfuerzo para controlarme y saludarlo lo más natural que pude-, y comenzamos a platicar de trivialidades, le comente como había empezado mi día y dándome ánimos me dijo “puede terminar mejor de como empezó, sabes yo...”
   Fue interrumpido por una amiga en común que llego a saludar,  dejándome con la duda de que me quería decir porque el tema de conversación se volvió más trivial; después llegaron otros amigos en común –los cuales sabían que yo sentía algo por este chico (de hecho irónicamente todos sabían de mis sentimientos excepto él)- en fin comenzamos a bromear a contar anécdotas y así el tiempo paso rápido y mi siguiente clase estaba próxima a comenzar me despedí de mis amigos y él se ofreció a acompañarme a mi salón.
   Subiendo las escaleras me tropecé y con un ágil movimiento él evito mi eminente caída, quedando mi rostro a unos centímetros del suyo. Mi corazón latió al mil y mis mejillas enrojecieron al instante. Me dedico una cálida sonrisa; “estuvo cerca ¿no?”, sólo pude afirmar y agradecerle separándome lentamente de él y tomándolo de la mano. Continuamos el camino hacia el salón de mi siguiente clase, pero poco antes de llegar a nuestro destino apareció una chica que sabia iba en el grupo de mi amigo se le acerco y con la excusa que tenia algo importante que decirle se lo llevo de mi lado. “Lo siento, te veo luego” me dijo de forma algo fría y con sus ojos algo tristes y se marcho tomado de la mano con ella.

   Una sensación de melancolía me invadió, decidí ignorarla e ir a mi clase, donde me encontré con algunos compañeros que me hicieron olvidar por un momento el mal rato. Mis clases continuaron sin mayores contratiempos.
 Mi vida amorosa a veces era un caos porque con quien quería no veía futuro y en ocasiones me querían cortejar chicos que no me ofrecían ni despertaban en mi nada, no lograban causar el mismo efecto que él tenia en mi.
  
En uno de los cambios de clase, lo vi a lo lejos. Pero lo que vi me dejo con un dolor en el pecho y un nudo en la garganta: ahí estaba él abrazado a la chica con la que se había ido, y que traía una rosa en la mano, no quise ver más y tome el camino largo para mi siguiente clase.
     El tiempo se me hizo eterno y no lograba quitar mi cara de fastidio por más que lo intentaba, cuando mis clases terminaron por fin, me despedí de algunos compañeros de clase para después caminar hacia la salida, cuando me encontré a unos amigos, quienes me dijeron que él  me había estado buscando, les dije que me tenia que ir y que no quería saber nada de él por el bien de mi salud mental, les conté lo ocurrido y ellos también se confundieron porque él no era así, pero bueno bien dicen que las personas cambian ¿no?.
   Me despedí de ellos también y me encaminé al metro para regresar a mi casa, intentaba no pensar en lo ocurrido pero mi mente no me ayudaba porque cada tres cosas en las que pensaba dos eran relacionadas a él; llagué a los andenes del metro esperando a que llegara este; cuando escuche una voz bastante conocida diciendo mi nombre, por reflejo busque a quien me llamaba, y ahí estaba él con una sonrisa en la cara y esos ojos tan dulces que me fascinaban.
   “Ya te ibas sin despedirte de mi”, me dijo como en un puchero, se acercó a mi  y con un leve sonrojo comenzó a hablar mientras mi corazón latía al mil. “Hoy en la tarde ya no te pude decir lo que quería y te había estado buscando, por suerte me encontré a alguien que me dijo que ya te ibas y no quería que se secara”. Me extendió una hermosa rosa roja con una nota que decía: ¿Quieres ser mi novia?
   Entre en una especie de shoc
k, “Sabes no soy muy bueno con estas cosas, pero...sé que a ti te gusta otro chico y...”
   No hice más que besarlo y él me correspondió algo confundido, una vez que nos separamos un poco le dije “Ese chico que me tiene confundida, ese que me gusta y que no sé como le hace para fascinarme, eres tú... y si no te había dicho nada es porque no quería arriesgarme, no quería perderte”
   El me miró con sorpresa, me sonrió con ternura y me beso la frente “Por esos mismos motivos yo no te había dicho nada, pero ahora me alegro de haberme animado” y me beso dulcemente en los labios.
   ¿Quien dice que los días malos no pueden terminar mejor?