"El artista es el que crea cosas bellas.
Descubrir el arte, ocultando al artista, esa es la finalidad del arte."
Oscar Wilde
Como consecuencia de la lectura de algunos artículos en revistas de arte y cultura, por preguntas curiosas de mis amigos y conocidos surge el tema de este ensayo. El artista cuando comparte su arte , ¿de verdad revela su alma y todo su ser?
Dependiendo la expresión artística se hace una interpretación. Algunos críticos de arte intentan decifrar la mente del artista cual psicólogos y en ocaciones terminan dando interpretaciones más acercadas a las que haría Freud que las que haría alguien que se toma el trabajo de apreciar todo el conjunto, desde técnicas, contenidos, sin olvidar el contexto.
Debo confesar que todos los artistas estamos propensos a caer en el extremo de ser reducidos a traumas y anécdotas para explicar nuestras creaciones, otros por publicidad saben sacarle provecho a esas situaciones y terminan teniendo una increible propaganda, que ya muchos quisieramos, pero a costa de su propia privacidad. En ocaciones el ego del artista suele ser muy confuso.
A mi parecer a los artistas visuales, suelen reconocerles más su innovación en técnicas, y modos de representar un tema, en comparación de muchos escritores que nos intentan buscar algún trauma o problema emocional, como por ejemplo que nos digan que en tal poema se nota la ira hacia X persona que nos rompió el corazón.
Tal vez ese fue el detonante de que ahora este intentando responder mi pregunta principal. El artista¿qué tanto da de sí en su obra?
Uno como espectador suele ver una pintura, escultura, grabado e intenta ver el mesaje que da, algunas veces es claro porque es directo está explícito; otras veces hay que intentar encontrar las formas y la historia que nos quieren transmitir. Cuando leemos nos sumergimos en lo que nos estan contando, nos volvemos parte de la historia o dejamos que el sentimiento nos penetre como en el caso de la poesía. Cuando oímos música solemos sentirla en nuestras fibras más intimas. Con el cine y el teatro nos envuelve el ser un espectador omnipotente, que sabe todo lo que pasa antes que siquiera muchos de los personajes se den cuenta del embrollo en el que se han metido.
Al final de cuentas ese es la expresión más sublime del arte, sentirlo no pensarlo, que nos penetre el alma, que nos identifiquemos con algo, que nos haga vibrar, que nos estremesca y que se quede en nosotros como un buen recuerdo.
Pero cuando estemos del lado creador a veces las cosas no suelen ser tan dulces. Hace un tiempo les comparti un poco sobre como veo el proceso creador del artista hablando por experiencia propia. Mencionaba los periodos de suma fertilidad creativa donde uno puede hacer de cualquier piedra la piedra más hermosa, la más increíble, la protagonista de mil historias, y otros de extrema aridez donde la piedra es una piedra y no hay más.
Cuando uno está creando claro que piensa en que va a compartir lo que se está haciendo con otros, porque seamos honestos muchos de los artistas creemos que lo que hacemos es lo más notable que haremos y el mundo debe conocerlo, pero también pensamos mucho en nosotros y nuestra propia satisfacción con nuestro trabajo. Por qué, ¿quién quiere compartir un trabajo que no le gusta o algo con lo que no se sienta satisfecho y realizado?
De esto último tenemos como ejemplo y resultado los muchos óleos rotos o apuñalados, o murales vueltos a pintar, u hojas arrugadas, rotas o hasta quemadas, por algún momento de crisis artístico.
Siendo sinceros nadie da a conocer alguna creación sin ser revisada, o pensada para ser compartirla.
En lo personal tengo un montón de cosas que no comparto porque no estoy conforme con ellas, o que al principio me parecen ideas geniales y tras dos lecturas y que no se me ocurra nada para complementarlas se quedan en el cajón y no ven la luz.
Incluso me pasa con mis publicaciones en redes sociales, hay ocaciones que pienso frases geniales para twitter, que terminan arruinadas por un dedazo; o en Facebook que se me ocurre algo de más de 140 carácteres y término eliminado por mala redacción, o porque ya no me gusto.
Y eso a veces causa problemas.
Cuando público cosas en redes sociales, para los que me conocen bien saben que no siempre es el reflejo de mi estado de animo, sino que son cosas que se me ocurren como quien recuerda que se le olvido al salir de la casa 3 horas después, así de espontáneo, asi de natural. Para quienes se lo toman literal suelen mandar inbox preguntandome si me pelee con mi pareja, o si estoy por cortarme las venas, o sino tengo algún transtorno bipolar. Ciertamente esos comentarios me sacan una sonrisa porque 1a me doy cuenta que les importo y 2a porque me indican que almenos cumpli con mi objetivo de transmitir una emoción. Pero también me hacen preguntarme si esas publicaciones, esos versos, esas frases, esos diálogos los ven como una expresión de mi ser y dejan de lado el sentimiento que estoy intentando transmitir. O que tal vez las redes sociales no son un buen lugar para transmitir versos, o almenos no sin una advertencia que diga algo como: "cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia".
Todos los que nos dedicamos a algún arte estamos expuestos a revelar más de lo que queremos. Siempre estaremos expuestos a esas interpretaciones que busquen a la persona detras del producto. Y de hecho no puedes separar al arte del artista, eso es como separar a un hombre común de su cara.
El artista debe aprender a catalogar lo que va a dar a conocer, que tan personal lo quiera hacer, que tanto va a dar de si mismo, que va a regalar de si mismo. Pero si como espectador traspasas la línea divisoria que pone el artista, no se diferencia mucho de los reporteros amarillistas que están más interesados de sí tal actor o actriz tiene una relación con tal o cual, o si vistio de cierto modo. Se pierde el arte, se pierde el sentimiento que se quiere transmitir, y se queda con una parte del rompecabezas.
De ahí el epígrafe que escogí para empezar con el ensayo.
El artista es un humano peculiar porque sabe ver el mundo de otra manera, y le gusta compartir esa visión con los otros humanos como un regalo y una catarsis para él mismo. El artista sabe que vale la pena compartir y que no, el siempre será su más duro crítico, nadie podrá juzgarlo mejor que él mismo. El espectador tiene que disfrutar eso que comparte y estar seguro de que esta recibiendo un regalo bien pensado y el mejor que pudo haber eleborado el artista para él en el momento de crearlo.
Y los críticos?, esos son seres que complican el sentimiento, pueden caer en extremos y pueden odiar u amar la obra, pero ese es su trabajo, buscar más allá de lo que ven, traspasar la barrera de protección del artista, buscar que los hace ser especiales y en el mejor de los casos tratar de comprenderlos, para darles un lugar dentro de la historia humana.
Las tres cosas forman parte de un todo, sin una no se entiende la otra, y tiene que haber un equilibrio entre ellas.
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