Disclaimer: Lo prometido es deuda, y prometí publicar un poco más seguido, doy gracias por sus comentarios en Twitter @hada_24 y espero os guste éste nuevo trabajo esta vez literario. Respecto a la publicación anterior tengo que decirles que son gajes de mi oficio como historiadora y ese ensayo no quería que se quedará en el papel.
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Llegué a la fiesta portando mi nuevo vestido azul, no lo negaba necesitaba salir y divertirme y ésta era la oportunidad de hacerlo.
El lugar: una terraza en el edificio donde vivía un viejo amigo.
El motivo: una sana convivencia entre amigos y expandir los círculos sociales con los ahí presentes.
Llegué a la fiesta con un amplia sonrisa y mis labios pintados de carmín.
La terraza era amplia al centro de ella había una mesa que contenía un bufete con diversos bocadillos y bebidas, al rededor de ella se encontraban los invitados que empece a saludar y charlar con ellos amenamente, en esa terraza habían muchas caras conocidas para mí, pero a una en especifico la conocía demasiado bien, en cuanto me cruce con su mirada celeste la sangre se me heló.
No lograba entender que hacia en aquella terraza, él se había ido a vivir lejos de la ciudad y tenía entendido que no volvería. Pero al parecer me había equivocado, porque ahí estaba, al borde de la terraza recargado en la reja que evitaba que cayera al vació. Ahí estaba él, escudriñándome con esos penetrantes ojos azules que me desarmaban y hacían que mis piernas se volvieran de gelatina.
Mi tarde de relajación y convivencia social se arruinaron en una fracción de segundo, ya no quería estar en ese sitio que al principio me pareció agradable, ahora me parecía un sitio peligroso del que tenía que salir.
Así que opte por retirarme con un poco de dignidad y naturalidad, así que lo conveniente era despedirme del anfitrión y salir de ahí antes de que la situación se pusiera peor.
Con la sonrisa más natural que pude fingir me di a la tarea de buscar a quien nos había invitado. Me abrí paso entre un grupo que platicaba amenamente y cuando logré atravesarlos en vez de encontrar a mi anfitrión me encontré con mi verdugo.
-Te va bien el azul
-Gracias, que sorpresa verte pero ya me voy, tengo mucha tarea que hacer, sólo vine un rato para no quedar mal con Raúl.
-Entiendo que no te agradé mi presencia no sabía que estarías aquí
-Tienes razón no me agrada tu presencia pero no te creo que no hayas imaginado que vendría
-La verdad es que tenía muchas ganas de verte, eso de no saber de ti me inquieta un poco.
-¿por qué iba a inquietarte? tú decidiste alejarme y yo decidí ya no querer saber de ti.
-Sé que lo que hice no estuvo bien, traicione tu confianza, pero créeme que no fue totalmente consciente, tenía un montón de alcohol en el sistema y me descontrolé.
-Tú lo acabas de admitir no estuvo bien, aprende a vivir con las consecuencias de tus actos, y a mí déjame en paz no creo que algún día vuelva a confiar en ti de nuevo, no pierdas más tu tiempo.
-Cuando has crecido mocosa, no sólo te has puesto más bonita, has madurado mucho en estos meses. ¿Podemos establecer una tregua y llevarnos bien, pon tus las reglas si quieres?
-La verdad me alegra que estemos llevando una conversación y no gritandonos como las últimas veces que nos hemos visto. Pero no creo que sea muy buena idea que mantengamos contacto.
-Te extraño, no sólo eras mi novia, eras mi mejor amiga, me haces falta.
-No te niego que te he llorado mares, pero no me puedo permitir mantenerte en mi vida, no si cada vez que entras a ella termino llorando. De verdad que te agradezco lo bueno y te perdono lo malo. Te deseo lo mejor y espero encuentres lo que sea que estés buscando y que seas feliz.
-Tenía la esperanza de verte y de algún modo recuperarte, de encontrar en ti una amiga, pero veo que ya ni eso me puedes ofrecer. Y si de mis errores el pago que tengo que hacer es perderte definitivamente tengo que aceptarlo.
-Espero tengas un futuro maravilloso y la vida te pinte mejor. Adiós.
-Adiós mi pequeña hada.
Pasaron dos meses tras aquel último encuentro, la vida continuo y a pesar de que aún dolía y en ocasiones me veía tentada a llamarle para que regresará a mi lado, estaba consciente que eso no era posible, la vida nos había puesto caminos totalmente paralelos.
Caminaba una mañana lluviosa rumbo al trabajo, esperaba el autobús 28 cuando del otro lado de la acera lo vi, iba vestido de un traje negro con camisa blanca y la corbata azul que le había regalado. En un impulso corrí a darle alcance pero lo perdí entre la multitud, al final del día perdí el autobús y llegué tardísimo a la junta, y el día en la oficina fue tedioso. Al regresar a mi departamento sólo quería quitarme los tacones y sentarme frente al televisor y comer algo.
Como acto cotidiano revise los mensajes de la contestadora y uno en particular llamó mi atención: "Hola, te vi hoy en la mañana, parecías apurada y por eso no quise acercarme, te dejo mi nuevo número, me gustaría algún día platicar contigo, te extraño".
En esta vida la única constante es que no hay nada constante.
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Llegué a la fiesta portando mi nuevo vestido azul, no lo negaba necesitaba salir y divertirme y ésta era la oportunidad de hacerlo.
El lugar: una terraza en el edificio donde vivía un viejo amigo.
El motivo: una sana convivencia entre amigos y expandir los círculos sociales con los ahí presentes.
Llegué a la fiesta con un amplia sonrisa y mis labios pintados de carmín.
La terraza era amplia al centro de ella había una mesa que contenía un bufete con diversos bocadillos y bebidas, al rededor de ella se encontraban los invitados que empece a saludar y charlar con ellos amenamente, en esa terraza habían muchas caras conocidas para mí, pero a una en especifico la conocía demasiado bien, en cuanto me cruce con su mirada celeste la sangre se me heló.
No lograba entender que hacia en aquella terraza, él se había ido a vivir lejos de la ciudad y tenía entendido que no volvería. Pero al parecer me había equivocado, porque ahí estaba, al borde de la terraza recargado en la reja que evitaba que cayera al vació. Ahí estaba él, escudriñándome con esos penetrantes ojos azules que me desarmaban y hacían que mis piernas se volvieran de gelatina.
Mi tarde de relajación y convivencia social se arruinaron en una fracción de segundo, ya no quería estar en ese sitio que al principio me pareció agradable, ahora me parecía un sitio peligroso del que tenía que salir.
Así que opte por retirarme con un poco de dignidad y naturalidad, así que lo conveniente era despedirme del anfitrión y salir de ahí antes de que la situación se pusiera peor.
Con la sonrisa más natural que pude fingir me di a la tarea de buscar a quien nos había invitado. Me abrí paso entre un grupo que platicaba amenamente y cuando logré atravesarlos en vez de encontrar a mi anfitrión me encontré con mi verdugo.
-Te va bien el azul
-Gracias, que sorpresa verte pero ya me voy, tengo mucha tarea que hacer, sólo vine un rato para no quedar mal con Raúl.
-Entiendo que no te agradé mi presencia no sabía que estarías aquí
-Tienes razón no me agrada tu presencia pero no te creo que no hayas imaginado que vendría
-La verdad es que tenía muchas ganas de verte, eso de no saber de ti me inquieta un poco.
-¿por qué iba a inquietarte? tú decidiste alejarme y yo decidí ya no querer saber de ti.
-Sé que lo que hice no estuvo bien, traicione tu confianza, pero créeme que no fue totalmente consciente, tenía un montón de alcohol en el sistema y me descontrolé.
-Tú lo acabas de admitir no estuvo bien, aprende a vivir con las consecuencias de tus actos, y a mí déjame en paz no creo que algún día vuelva a confiar en ti de nuevo, no pierdas más tu tiempo.
-Cuando has crecido mocosa, no sólo te has puesto más bonita, has madurado mucho en estos meses. ¿Podemos establecer una tregua y llevarnos bien, pon tus las reglas si quieres?
-La verdad me alegra que estemos llevando una conversación y no gritandonos como las últimas veces que nos hemos visto. Pero no creo que sea muy buena idea que mantengamos contacto.
-Te extraño, no sólo eras mi novia, eras mi mejor amiga, me haces falta.
-No te niego que te he llorado mares, pero no me puedo permitir mantenerte en mi vida, no si cada vez que entras a ella termino llorando. De verdad que te agradezco lo bueno y te perdono lo malo. Te deseo lo mejor y espero encuentres lo que sea que estés buscando y que seas feliz.
-Tenía la esperanza de verte y de algún modo recuperarte, de encontrar en ti una amiga, pero veo que ya ni eso me puedes ofrecer. Y si de mis errores el pago que tengo que hacer es perderte definitivamente tengo que aceptarlo.
-Espero tengas un futuro maravilloso y la vida te pinte mejor. Adiós.
-Adiós mi pequeña hada.
Pasaron dos meses tras aquel último encuentro, la vida continuo y a pesar de que aún dolía y en ocasiones me veía tentada a llamarle para que regresará a mi lado, estaba consciente que eso no era posible, la vida nos había puesto caminos totalmente paralelos.
Caminaba una mañana lluviosa rumbo al trabajo, esperaba el autobús 28 cuando del otro lado de la acera lo vi, iba vestido de un traje negro con camisa blanca y la corbata azul que le había regalado. En un impulso corrí a darle alcance pero lo perdí entre la multitud, al final del día perdí el autobús y llegué tardísimo a la junta, y el día en la oficina fue tedioso. Al regresar a mi departamento sólo quería quitarme los tacones y sentarme frente al televisor y comer algo.
Como acto cotidiano revise los mensajes de la contestadora y uno en particular llamó mi atención: "Hola, te vi hoy en la mañana, parecías apurada y por eso no quise acercarme, te dejo mi nuevo número, me gustaría algún día platicar contigo, te extraño".
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