Estaba tomando un café en la
terraza de una cafetería en una plaza comercial, cuando se sentó en la mesa de
junto un grupo de amigas, que no pasaban de los 16 años. Su plática no me
habría incumbido si no fuese por dos cosas que ocurrieron en los 30 minutos que
permanecieron en el local. La primera el volumen de voz con el que se
comunicaban, no sólo llamaron mi atención a su plática sino que también la de
muchos de los que ahí estábamos, algunos las callaban de vez en cuando pero a
ellas no les importo y continuaron con su discurso público. La segunda cosa que
me hizo prestar más atención de la socialmente correcta a su plática fue el tema
central de ella, una de las chicas al parecer estaba pasando por un tipo de
duelo que al menos muchos hemos vivido una vez, le habían roto el corazón.
La visita a la cafetería era una mesa redonda
para analizar el hecho, la chica en duelo estaba segura de que había perdido al
amor de su vida ya que llevaba más de un año con su pareja y no podía creer que
el chico en cuestión ya no la quisiera (porque al parecer él había terminado
con ella). Sus amigas aparte de cumplir función como pañuelo de lágrimas, no
dejaban de opinar al respecto de lo que decía su amiga, “era el amor de su
vida”, unas estaban a favor de que intentará regresar con el chico y le pidiera
una segunda oportunidad; otras más estaban a favor de que lo empezará a olvidar
y que lo superará, indicándole que había más hombres en el mundo que él.
La media hora fue un debate entre las amigas
sobre si el primer amor es el bueno y si tenían que buscar por más tiempo y
seguir besando sapos hasta encontrar al príncipe azul. Sinceramente en ocasiones,
más de las que quisiera, he tenido el dilema que las chicas debatían, y más de
una vez me he preguntado: ¿Existe el príncipe azul o sólo hay sapos no tan
malos y entre ellos hay algunos que valen la pena?

Lo cierto es que sin importar la etapa en la
que estemos, de ensoñación, experimento o formalización; siempre solemos
preguntarnos si con el hombre con el que nos estamos relacionando es el
correcto, o sólo un ave de paso.
Hay veces que encontraremos en el hombre en
turno cualidades que nos gustaran y que pondremos en nuestra lista de virtudes
que debe poseer en el hombre de nuestros sueños, y también encontraremos
defectos que nos calaran hasta los huesos y que buscaremos no encontrar en
ninguna otra pareja potencial a lo largo de nuestra vida. El hacer eso es
perfectamente normal y de hecho sería lo idóneo, los problemas se presentan
cuando ensoñamos demasiado y comenzamos a buscar un hombre que pertenece más al
mundo de lo irreal que al de los simples mortales, haciendo la búsqueda cada
vez más difícil, porque las expectativas son demasiado altas para que un hombre
normal las cumpla.
Supongo que a veces es bueno dejarse llevar
por la magia del enamoramiento y el juego de la seducción, y el hecho de que
nos lleguen a romper el corazón es algo que no podemos evitar, pero algo de lo
que estoy segura es que hay que ser realistas y estar consientes que el hombre
perfecto no existe, pero el compañero ideal sí y que está en algún lugar
buscando también a alguien con quien compartir su vida. Y que para poder
encontrar a ese compañero ideal pasaran años, o tal vez meses pero llegará
cuando estemos listas, y aún cuando ya esté en nuestras vidas no podremos
saberlo al instante sino que el tiempo y el cómo llevemos la relación día con
día, nos darán pistas de si vamos por el camino correcto o no.
Algo que nunca hay que olvidar es que: mientras
llegue el indicado, no hay que andar por la vida buscando ideales, ni tampoco encerrándonos
en casa esperando a que aparezca por la puerta, sino que hay que continuar
disfrutando de la vida y no ignorar las oportunidades que se nos presentan.
Quien sabe tal vez la vida nos sorprenda cuando menos lo esperemos.